En el mundo en el que vivimos era imposible experimentar la sensación de silencio absoluto, hasta que se creó la cámara anecoica, un espacio totalmente libre de ruido capaz de llevar a la locura al ser humano en cuarenta y cinco minutos.
¿Quieres saber un poco más acerca de estas curiosas salas? A continuación, vamos a ver qué son exactamente, sus ventajas, cómo están hechas, sus efectos en el ser humano y algunos ejemplos.
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Una cámara anecoica o anecoide es una sala diseñada para absorber todas las reflexiones producidas por ondas acústicas o electromagnéticas en cualquiera de las superficies que la conforman (paredes, suelo y techo). A su vez, la cámara se encuentra aislada del exterior de cualquier fuente de ruido o influencia sonora externa.
La sala imita las condiciones acústicas que se darían en un campo libre, ajeno a cualquier tipo de efecto o influencia sonora. En la naturaleza la reflexión del sonido se produce en cualquier entorno, el único lugar donde el sonido no se puede transmitir es en el vacío. En cualquier medio a través del cual se propague el sonido, tienen lugar la reflexión y la absorción.
Esta cámara anecoica permite, además de experimentar la sensación del silencio absoluto, la calibración de fuentes sonoras, medir la potencia y la directividad en antenas, motores, altavoces o máquinas porque para estudiar el sonido radiado por una determinada fuente hay que eliminar las reflexiones. Una cámara anecoica es la única herramienta verdaderamente confiable para realizar mediciones precisas del sonido. Con este tipo de salas, se consigue el ambiente controlado propicio para la realización de mediciones y estudios de prototipos y nuevos desarrollos tecnológicos y científicos.
El rango de frecuencias de una cámara anecoica suele ser desde aproximadamente los 200 Hz a los 20 kHz, con una absorción superior al 95%. Hay que destacar que existen dificultades en las frecuencias más bajas a causa de la respuesta de los materiales absorbentes y de las dimensiones de la cámara.
Este tipo de salas suelen tener unas paredes recubiertas con cuñas en forma de pirámide con la base apoyada sobre la pared donde se utilizan unos materiales que absorben el sonido y aumentan la dispersión o difusión del escaso sonido que no es absorbido como la fibra de vidrio, lana de roca o espuma porosa.
Para entrar en contexto podemos decir que, por ejemplo, un susurro humano es de unos treinta decibelios y el sonido de alguien que respira normalmente es de unos diez decibelios. El límite del oído humano se ubica en los cero decibelios y por debajo de esto, una persona no es capaz de captar el ruido. En el mundo siempre hay algo que genera reflexiones, no existe la ausencia del sonido y el oído humano no está acostumbrado a que no le llegue ningún tipo de reflexión. Es por esto que bastan cuarenta y cinco minutos dentro de una cámara anecoica para desarrollar síntomas de locura.
El silencio total genera una tensión en el cerebro capaz de llevar a la locura, ya que el oído busca una nueva fuente de sonido. Estas salas desorientan ya que, al no encontrar ningún sonido, el ser humano acaba escuchando su propio organismo y detecta los latidos del corazón, nuestras tripas o la propia respiración. Pasados unos minutos, la mayoría de la gente siente la necesidad de salir. Hasta hoy, nadie ha conseguido permanecer más de una hora en una cámara de estas características y quienes lo han intentado, se han quedado al borde de la locura.
Al ser una sala cerrada que simula las condiciones de propagación en el espacio libre, no depende de las condiciones climáticas lo cual aumenta el espacio de medición y se puede realizar en cualquier momento.
Al estar recubierta por materiales absorbentes, la señal de estudio no tendrá otras señales que atenúen la señal principal de prueba.
Se trata de una cámara creada por los laboratorios Orfield de Minnesota (Estados Unidos) en 2012 y que consiguió el récord del silencio en el libro Guinness de los récords ya que absorbe el 99,99% de los sonidos, con niveles de ruido situados en -9,4 decibelios. Se consigue absorber el sonido por su sistema basado en una “caja dentro de la caja” donde ambas cajas poseen tabiques dobles de acero y la caja interior cuenta con un sistema de resortes con sus paredes recubiertas con cuñas de fibra de vidrio de forma piramidal. Esta cámara está abierta al público y se ha vuelto una atracción turística.
Steven Orfield, fundador del laboratorio, propuso el reto de ver quien lograba estar en la cámara durante más tiempo y una persona logró permanecer allí durante cuarenta y cinco minutos. Orfield afirma que si se permanece tranquilo los oídos se adaptan. Sin embargo, para la mayoría de las personas, es una experiencia que perturba, desorienta y provoca la pérdida del equilibrio.
En 2015 llegó la cámara de Microsoft, que logró desbancar a la cámara de Orfield, estableciendo un nuevo récord mundial del silencio en el libro Guinness de los récords cuando el nivel de ruido de fondo en el interior se calculó en -20.6 decibeles.
Está localizada en el Edificio 87 en la sede de Microsoft en Redmond (Estados Unidos) y es utilizada para probar equipos de sonido como micrófonos, receptores, audífonos y altavoces, o para analizar los clics y los zumbidos de dispositivos computacionales como teclados, ratones, ventiladores y módulos de iluminación posterior en paneles táctiles y pantallas.
Tardaron más de año y medio en construirla por sus dificultades técnicas ya que la cámara no hace contacto directo con el edificio que lo rodea en ningún momento. Esto quiere decir que la cámara flota en la parte superior de 68 resortes amortiguadores de vibraciones montados en su propia placa de cimentación separada.
La cámara es un cubo que mide 6,36 metros en cada lado y está recubierta con seis capas que logran bloquear todo acceso de ruido exterior. A su vez, estas seis capas están revestidas con grupos de cuñas de espuma de absorción de sonido de 1,2 metros que ayudan a prevenir el eco de cualquier sonido producido en el interior.
Si un avión despegara al lado de la sala tan solo seríamos capaces de escuchar un susurro.